El Madrid es no rendirse nunca

Si a un observador imparcial le preguntaran qué es este equipo, respondería...



Si el Barça, y otros equipos, se ha distinguido por intentar jugar bien al fútbol alcanzando su cumbre con Pep Guardiola, el Madrid, a lo largo de su historia, siempre pretendió ganar sin enredarse en las formas, jugando bien, mal o regular. Por su camino, tan respetable como cualquiera, conquistó muchísimos títulos. Nunca pretendió importar su estilo aunque sea inconfundible, aunque le reprocharan no tenerlo. Patentar lo extraño es complicado.

El miércoles en el Bernabéu, el equipo blanco logró otro triunfo imposible, tan complicado como el de la última Supercopa o, un poco más allá, como el de Lisboa con la Décima. Dirán que hay un componente de fortuna en esas victorias sobre la bocina, pero al mismo tiempo se puede advertir también que al Madrid la suerte siempre le pilla trabajando en el conjuro, ya sea en un partido, ya sea en una eliminatoria, ya sea un campeonato que la mayoría de equipos daría por perdido.

Los aficionados del Sporting más ruidosos y bullangueros el pasado miércoles, porque al Bernabéu sólo le excitan las situaciones límite (remontadas tras una derrota dura en la ida o minutos a la desesperada con el marcador en contra), se quedaban asombrados al ver el despertar de la hinchada blanca en el minuto 70, con la irrupción de los canteranos, el despliegue ofensivo a la desesperada sin atender a rigores tácticos y el intento de lograr el prodigio, de llegar a la orilla como sea.

Los jugadores deben sentirlo en sus carnes porque se transforman, se convencen y se lo creen. Nada es más poderoso que una idea, nada hizo más grande a este club que esa liturgia. Ha ocurrido siempre, en todas las épocas. La perseverancia, la fe, el deseo, el carácter indomable, el hecho de negarse por definición a arrojar la toalla, la constancia y la búsqueda de lo imposible son las señas de identidad del Madrid. Descifrar a este club es complicado, pese a sus múltiples intérpretes, pero si a un observador imparcial le preguntan qué es el Madrid, debería responder precisamente eso: el Madrid es no rendirse nunca.

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