La Liga y el mundo a los pies de Cristiano


Un gol de Cristiano a la contra mató al Barça y acerca la Liga a un Madrid que realizó un ejercicio de practicidad y eficiencia en el Camp Nou. Instantes después del empate del Barça, el luso recibió un pase al espacio de Mesut Özil y calcó ante Valdés el gol que le hizo en la Copa a Pinto. Ese tanto no sirvió de mucho. Este puede valer un título de Liga para el Madrid después de tres consecutivos para los catalanes. Y, quizá, sentar las bases de ese cambio de ciclo por el que el madridismo lleva tanto tiempo suspirando.
El equipo de Jose Mourinho salió dispuesto a mandar. Sin trivote, con el dibujo habitual. Sin experimentos. Una vez más, arrancó en el Camp Nou con la línea de presión bien arriba y recuperó con gran facilidad. No tocó con mucha paciencia, porque este equipo no está armado para masticar, sino para morder. Todo lo contrario que el Barça, que se embrolló en su discurso, habitualmente fluido, de toque y posesión. Pero el balón no le corrió como otras veces. Posiblemente la clave fue la posición de Xavi, jugando de segundo delantero, a veces incluso de primero. Tuvo la mejor ocasión del Barça en el primer acto, pero se la sacó Iker.
 
Mandó de salida el Madrid, que hurgó en una vieja herida culé, los saques de esquina. El primero lo remató Cristiano, rozó en Puyol y obligó a Valdés a realizar la primera gran parada de la noche. El segundo lo cabeceó Pepe. Y el tercero también, pero esta vez picó abajo, donde duele. Valdés no retuvo el balón y Puyol no supo si despejar o esperar la recogida de su portero. De la duda sacó un diamante Khedira. Un gol feo, pero que puede acabar convertido en objeto de culto del madridismo.
El Barça se engancha a Tello
Tras el gol, paso atrás del Madrid -como en Múnich- y obligado al frente del Barcelona, que tardó en encontrar a Messi. El argentino se vio obligado a ceder metros para ayudar a Thiago en el nacimiento de la jugada, lo que le impidió estar en muchas definiciones. Cobró protagonismo Tello, la gran apuesta de Guardiola en el once, que se asoció bien con Iniesta. Tomó casi siempre la mejor decisión, pero Arbeloa, una vez recuperada la fiabilidad perdida, tampoco se equivocó. Por la otra banda, Alves, de extremo, trató de explotar la veta de Coentrao, pero el portugués estuvo más firme que en Múnich.
Con todo, el primer tiempo acabó con sensación de indefinición. Los blancos no supieron aprovechar la evidente superioridad física de Cristiano sobre Puyol y Özil desperdició una contra que parecía contener el 0-2. Pero, salvo el disparo de Xavi, Casillas vivió el primer tiempo con bastante tranquilidad. En realidad, pocas veces se ha visto al Barça generar tan escaso caudal de ocasiones. Esta vez, se impuso la pizarra de Mourinho. Guardiola eligió un mal día para hacer experimentos.
Tras el descanso apenas pasó nada hasta el gol de Alexis. Al Barça se le fueron muchos minutos entre toques lentos, faltos de veneno, casi siempre inocuos para la bien plantada defensa blanca, liderada por su espléndido tándem de centrales. Sólo Thiago rompió la línea, pero Tello pifió el remate. La marca zonal sobre Messi funcionó a la perfección, aunque Leo logró saltar el cerrojo una vez. El eslálom del 10, indefendible, acabó en el gol del empate.
Parecía que volvía a haber partido. El Madrid sólo había tenido el balón cuando lo pudo aguantar Benzema. Di María leyó mal cada pelota que tocó y también anduvo gris Özil. Pero la zurda del alemán, como la de Messi, también apareció. Lo hizo para poner el maravilloso balón del 1-2 a Ronaldo. El Barça había subido líneas tras el afortunado gol de Alexis y, con el horizonte despejado, en su hábitat preferido, Cristiano no perdonó. Esta Liga lleva su nombre.